domingo, 22 de noviembre de 2009

Fuenteovejuna Almagro2009


En el año en que se cumplen 400 años de la edición de “El Arte nuevo de hacer comedias” de Lope de Vega, llega al Festival de Teatro Clásico de Almagro la obra “FUENTEOVEJUNA” de Lope de Vega, interpretada en su totalidad por artistas y actores del Teatro Cubano. Un montaje dirigido por Liuba Cid con Vladimir Cruz en el papel de El Comendador y la actriz Claudia López en el papel de Laurencia, ambas reconocidas figuras del Cine, el teatro y la Televisión, consolidados actores que comparten cartel con actores de la Cñía. MEFISTO TEATRO de Cuba, entre otros intérpretes que en la actualidad colaboran en España en diferentes proyectos de Cine, Teatro y Televisión.


 
                                                                                




El trabajo que la compañía Mefisto teatro, bajo dirección de Liuba Cid, mostró en el espacio de la antigua universidad de Almagro sólo puede calificarse como impresionante. El montaje de la obra más coral de Lope fue conducido por la compañía a su propio terreno, y desde Cuba nos llegó una revisión acertada de un clásico que dice mucho del alma española.

Empieza la obra, y Fuenteovejuna es un coro griego desordenado, ahogándose en las palabras unos de los otros. La sacerdotisa golpea al suelo con su bastón y todo el reparto recita un canto de José Martí por la libertad de los pueblos. En un primer momento sospecho y recelo de la puesta en escena, (los experimentos con gaseosa, me digo), pero el transcurso de la obra puso de manifiesto mi equivocación. El ritmo de los tambores afrocubanos, los bailes y los sones, envuelven a la obra en una cotidianidad pura, y dota de sentido y de alma a Fuenteovejuna, que se nos presenta viva, verosímil y auténtica.

En el teatro, la palabra debe caer cuando la acción muda ya no es capaz de decir más. Por sencilla que parezca la máxima, es muy difícil de poner en práctica, y más cuando se trata de teatro clásico, donde a menudo vemos grandes recitadores que se nos presentan escénicamente muertos. El teatro del Siglo de Oro está escrito por y para una sociedad oral, capaz de atender y retener grandes cantidades de texto, por lo que al actor contemporáneo se le exige ser capaz de apoyar el verso en su cuerpo, dándole matices, sentimientos, emociones que lo rescaten de la noche de los tiempos.


¿Quién fue el mejor actor? “Fuenteovejuna, señor”

Los versos de Lope se hacen carne con acento caribeño y los actores bailan, ríen, requiebran y aman al compás del son, y de la percusión afrocubana, y se siente la vida de ese pueblo, el temor a los poderosos y el rencor creciente ante sus afrentas. La palabra surge sola, porque el buen trabajo actoral no la somete, sino que se nutre de ella para crear una realidad cercana, con la que el público conecta de inmediato. Si alguien me preguntara, quien fue el mejor actor, respondería sin duda, “Fuenteovejuna, señor”.

A través de una puesta en escena ágil, vivaz y coherente, la historia colectiva atrapa al espectador en su red, y es imposible no reír, no amar, y no sentir el deseo de gritar de rabia cuando Laurencia (soberbia actriz, por cierto) es violada por el ladino comendador, y no sentir vergüenza (ya no ajena, sino propia) cuando ella recrimina a su gente no haber hecho nada por evitarlo. El drama se desata, la rabía se contagia al auditorio y la justicia poética se arma de hoces y machetes hasta que la sangre del tirano inunda el escenario.

Sobrecoge especialmente la escena de las torturas, y el silencio o confesión colectiva, que se convierte en un alegato de la unidad humana frente a la injusticia. Al final, resulta inevitable pensar que, por mucho que seamos desdeñados y controlados por el poder, la fuerza estará siempre del lado de los gobernados. Lope no fue un revolucionario, pero si captó y registró la dignidad del hombre y lo irrenunciable de esta en una sociedad donde el orden jerárquico era incuestionable. Por eso supo pintar a un pueblo que lo erigió en ídolo y bardo, y que lo amó hasta su muerte.

Emocionado, lo admito, pensé durante los varios minutos de aplausos que le regaló el público a la compañía, que nadie tiene más razón que aquel que dijo: “Pinta tu pueblo y serás universal”.


Gerardo Lagüens Casas

0 comentarios:

Publicar un comentario